23 dic 2020

El ultimo suspiro de Dazai (One-shot)

Existen momentos en que la felicidad parece llegar a uno cuando menos se lo espera, para luego darse cuenta que al final uno está destinado a la desdicha eterna.

 

Recuerdo perfectamente cuando vi aquella hermosa joven llamada Ishihara Michiko quien era ligeramente menor que yo. Aquella mujer que al igual que yo tenía una pasión por la literatura, rápidamente congeniamos, llegue a pensar que por fin podía encontrar la felicidad a su lado.

 

Aun abatido por lo mal que me iba al intentar ganar un premio literario, ella no dejaba que desistiera en mis sueños "Tus escritos llenos de sentimiento traspasaran el alma de los jóvenes" era lo que siempre me repetía mientras tocaba mi espalda como si de una madre consolando a su hijo se tratase.

 

Kawabata lo había dejado en claro en sus cartas, mi vida pasada como una cruz que debemos cargar destruía mis sueños de poder darme a conocer como escritor. Pues mi vida turbia en mis ayeres estaban siendo los obstáculos de mi presente. No podía seguir así, no quería defraudar a mi esposa quien siempre me ayudaba a seguir adelante.

 

Solo necesitaba ganar una sola vez el premio de literatura Akutagawa pero ese terrible pasado estaba atormentándome, como un monstruo que me seguía lentamente hasta encontrarme, recordándome quien era realmente.

 

Con el tiempo forme una familia, mis hijos quienes eran todo para mi me traían la felicidad que opacaba mi oscuro pasado, aun así mis sueños de poner mi nombre en alto y enorgullecer tanto a mis padres como a mi esposa se estaban yendo hacia abajo.

 

Aun así llegué a pensar en algún momento que no importaba si mis sueños no se realizaban, pues ese ser, quien era yo realmente no me permitiría tocar la gloria de alcanzar mis anhelos, ahora tenía una familia, aquella que me hacía curvar mis labios con gran sinceridad.

 

Lo que no había tenido de pequeño, ahora estaba yo como el padre, debía disfrutar de ello, pero la idiotez humana es grande y el alcohol como gran acompañante era algo que no podía dejar del todo en el pasado. Aun así la felicidad parecía haber tocado mi puerta y con ella una vida que se podría decir plena.

Pero nada es eterno y la felicidad para los desdichados como yo no existe ni en la conciencia de aquel Dios a quien tanto le temía. La segunda guerra mundial había sido una prueba de la veracidad de mi persona, nuestro hogar había sido quemado dos veces por las bombas estadounidenses, aun así seguíamos vivos, aun así podía disfrutar de las sonrisas de mi querida Michiko y las sonrisas inocentes de mis hijos.

 

Aun pasado dicha adversidad con tal facilidad a pesar de que nuestra economía no era la mejor, seguían aquellas criaturas inocentes sonriendo hacia su padre como si el mundo me diera una oportunidad de renacer, de ser digno para la familia que había formado a pesar de haber abandonado a la anterior.

 

Poco después la realidad como un golpe bajo llegó hacia mí, contraje tuberculosis. Cansado y devastado, no había nada que hacer realmente, no deseaba que mis hijos y mi esposa tuvieran que ver a una persona tan desdichada, terminará haciéndoles llorar tras una partida cansada y dolorosa. Solo pude refugiarme en el alcohol y la morfina.

 

¾     No debería beber tanto – aquella voz femenina llamo mi atención.

¾     ¿A caso le importaría acompañarme? - estaba tan ebrio que no distinguía quien era realmente.

¾     ¿Qué problemas le acontecen? – ella llego a sentarse a mi lado.

¾     Son cosas que no le incumben en lo absoluto - voltee a verle - ¿desea una copa? – aquella joven tenía un aire a mi esposa.

¾     No gracias – terminaba por alejarse del lugar.

¾     Usted tiene un gran parecido a mi esposa – atine a decir sin rechistar.

¾     ¿A si? – ella se sentó de nuevo a su lado - ¿entonces tiene problemas maritales? – rió por lo bajo aquella dama.

¾     Algo así - dude ante mi respuesta.

¾     ¿Cuál es su nombre? – la joven comenzó a sentirse interesada.

¾     Shuuji Tsushima ¿y el de usted?- le ofreció una copa.

¾     Tomie Yamazaki– atino a decir aquella dama - ¿Cómo se llama su esposa?- ella comenzó a tener curiosidad.

¾     Michiko, ese es su nombre - termine sonriendo sin saber si era por recordar a la mujer que había hecho feliz o por lo ebrio que ya estaba.

¾     Ya veo - la joven se acercó más a mí- ¿En que nos parecemos? - ella siguió insistiendo.

¾     No sabría decirlo con exactitud- comente sin poder ya carburar mis respuestas.

¾     Supongo que yo soy más bonita – se dio aire de grandeza.

¾     No lo creo - la embriaguez estaba cegándome- al voltear a ver su mano, me percate que tenía un anillo de compromiso - ¿y eso?- voltee a verla.

¾     Hace diez días me case - su apariencia jovial se tornó un poco melancólica – pero me han notificado que mi esposo acaba de morir con gran honor – ella intentaba consolarse ante ello.

¾     Patrañas, todo eso son patrañas, de que sirve morir en guerra si al final siguen siendo todos desdichados – comencé a reír.

¾     Sabe usted ahora si le acepto la copa anteriormente ofrecida – sonrió con un deje de tristeza.

 

Ambos comenzamos a beber como si el mundo se acabará mañana, ese día no regrese a casa. Entre jadeos ardientes, ella estaba encima de un borracho quien no estaba tan consiente, ese borracho era yo. Ambos hundidos en el alcohol buscábamos alivianar nuestro dolor y entre las acaricias que profanaban nuestro cuerpos buscaban acompañarse en una soledad dolorosa que buscaba la aprobación de los demás.

 

Dos personas sin valor en sí mismos, una mujer que buscaba aun a su marido, un hombre que no podía más que pensar lo desgraciado que era que ya no podía ni siquiera voltear a ver a su esposa, habíamos pecados, ambos nos engañábamos, yo solo buscaba la sonrisa de aquella esposa que me decía "no te preocupes saldremos de esta" cuando al final nos hundíamos en una miseria.

 

Las mujeres eran tan conformistas que aceptaban a un hombre tan desdichado como su acompañante, intentaban empujarlo más nunca dejarlo, buscaban solucionar los problemas que eran imposibles de reparar. Mujeres que sonreían con avidez ante un mundo que simplemente les demostraba lo inútil que era intentar llegar a la felicidad.

 

Mujeres desdichadas buscando el acompañamiento de un hombre para no sentirse solas aun siendo que esto signifique rebajarse a una simple prostituta. Mujeres que buscaban siempre la dignidad pero se conformaban con un esposo al cual amar aun si este era un desgraciado vividor, para ellas solo quedaba callarse y mostrarles su mejor parte. Si, las mujeres siempre caían en la resignación de lo que el mundo les deparaba con una sonrisa en el rostro como si no les importase.

 

Al día siguiente estaba una bella mujer a mi lado, era mucho más joven que mi esposa y físicamente podría decirse que era hermosa, pero aun así al verla, aunque no tuviera parecido visible me daba la misma sensación de estar con Michiko, tal vez el hecho de ser tan conformista que aceptaba dormir a lado de un hombre como yo.

 

Era imposible regresar a casa después de traicionar a mi verdadera esposa, a mis hijos, a la familia que había formado con tanto esfuerzo. Ambas tenían similitudes indudables, no solo su resignación al mundo, sino el simple hecho de que podían dormir a lado de alguien como yo y que ambas vivían una desdicha sin igual, su única diferencia sería que Michiko seguía queriendo vivir, en cambio esta mujer solo buscaba un momento para irse al infierno al igual que yo.

 

Aun viviendo un tiempo con Tomie, ella jamás se quitaba aquel anillo, lo cual me hacía pensar que realmente seguía amando a su difunto marido. Al igual que yo quien jamás me quitaba el mío, aun siendo que mi esposa seguía viva, pero le había defraudo en lo absoluto.

 

Había escrito unas cuantas novelas, las cuales buscaba un título literario, pensaba que quizás así podía regresar con mi familia después del engaño efectuado. Si deseaba regresar con ellos, Tomie lo sabía, ella lo comprendía.

 

¾     Y si morimos juntos - fue lo que Tomie dijo al voltear hacia la ventana.

 

Ella sabía la desdicha que había vivido, todos mis errores, los cuales no habían acierto alguno. Sabía por qué buscaba con mayor insistencia aquel premio de literatura, sabía que si lo hacía ganaría cierta cantidad de dinero, lo mandaría a mi familia y regresaría con ellos dejándola sola a ella, sabía cuál era mi verdadero deseo.

 

¾     Al final todos olvidaran tus obras, jamás ganaras el premio tan deseado - se destapo dejando ver su torso desnudo.

¾     Quizás tengas razón, estas bazofias – fui interrumpido.

¾     Ven a la cama por favor – aquella mujer era demasiado seductora.

¾     ¿Cómo deseas morir? – pregunte sin mirarle al rostro.

¾     Atados en un hilo rojo, eso sería lo más romántico - rió ante ello.

¾     ¿Y si lo hacemos así? – voltee a verle.

¾     Pero tú sigues amando a tu esposa – ella contesto con tristeza.

¾     Y tú a tu esposo – cerré los ojos para dormir.

¾     ¿A caso celoso? - ella comenzó a juguetear con su dedo en mi mejilla.

¾     Para nada – dije a secas.

¾     Has sido tan desdichado, tú mismo me lo has contado- ella se volvió a acomodar a mi lado.

¾     Bien lo has dicho, no sería la primera vez que intento llamar a la puerta de la muerte – sonreí levemente– pero aún tengo una familia y no deseo lastimarles- di un largo suspiro.

¾     Lo has hecho, los has dejado por mí, qué más da- ella sonaba furiosa.

¾     Tienes razón, es mejor terminar por completo con esta falacia y – callé, pensaba que lo mejor era que mi esposa me odiase y mis hijos me olvidase, pues era tan indigno de ellos, que al final si terminaba por rematar el poco amor que le quedaba a mi esposa quien esperaba a mi regreso como magdalena, terminara con una muerte que ella aborreciera tanto que terminaría alegrándose de que por fin me haya ido de este mundo – no es nada- comencé a dormitar.

 

Ya estaba todo dicho y ante una gran tormenta, ambos nos quitamos los zapatos, amarramos un hijo rojo en nuestros meñiques. Nos quitamos los anillos de compromiso aventándolos al rio esperando que el tiempo hiciera alejar nuestro tormentoso pasado. La falacia estaba impuesta, estaba seguro que mientras amarraba mi dedo Tomie pensaba en su difunto esposo esperando volver a verlo más allá de la muerte, en cambio yo solo podía ver aquella mujer que me había otorgado una felicidad momentánea, a quien aún amaba y había defraudado, esperando que este preludio provocará un odio hacia mi persona olvidándose de mi completamente. Ambos no lanzamos al agua dejando atrás el dolor provocado al ser indignos de vivir en este mundo para quienes ya eran fuertes.

 

NOTA:

Quiero dejar en claro que la historia es ficción, aunque tiene elementos de su vida real, no significa que sea cierto lo que viene escrito aquí, así que de antemano menciono esto para que tengan en cuenta que es un Fanfic inventado por mi y no sobre la verdadera vida del escritor.



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